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Si cuando estaba entera no servía para nada, ¡mucho menos servirá para algo después de que el fuego la haya quemado por completo! ¿Para qué podría servir?»

Por lo tanto, así ha dicho Dios el Señor:

«Voy a hacer con los habitantes de Jerusalén lo mismo que hice con la leña de la vid, a la que aparté de los árboles del bosque y la eché al fuego para que se consumiera. Voy a encararlos. Y aunque se escaparon del fuego, al final el fuego los consumirá. Cuando me enfrente a ellos, sabrán que yo soy el Señor.

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